El pez gordo tiene nuevo rival: se llama 15m

Estàndard

por Alicia González Sosa

“¡lo llaman democracia y no lo es!” “¡un bote, dos botes banquero el que no bote”! ¡la ciudadana camina pa´lante, el banquero camina pa´tras!” frases que rumiamos en la cabeza después de un paseo peculiar…

En Sevilla no sólo se es del Betis…

Hoy la ciudad ha mostrado su lado menos circense, y más saetero, tributo a “otro mundo es posible”

Hoy la ciudad ha mostrado su labor más profesional, y más enriquecida, colmaita de fuerza que mueve la revolución del desacuerdo y la ilusión del cambio…

Montones de personas, hemos desplazado una imagen de lo que los medios nos quieren hacer creer con la más poderosa de las fes:

El engaño, una mentira dicha muchas veces y en muchos formatos (véase: televisión, prensa, radio, voces encantadoras, voces poderosas…) no sólo aparece como verdad sino que se convierte en ella y nos envenena cual musa sinuosa

quimera del pensamiento de la inmovilidad del pueblo; pueblo huérfano, sin herramientas para lo inconforme, pensamiento alienable, pensamiento numérico, cuántico, manada, piara, rebaño, en definitiva pensamiento del pensar que no tenemos sentimientos…, y lo peor es que en el fondo y en escena pública nos estaban educando para todo esto…

Sin embargo y a fuerza de la desolación de la trampa abierta, del desamparo de las ideas que se venden, del sentir naranja exprimida en máquina de bar… hacemos una parada y sí, le damos la vuelta y…

Enseñamos que la injusticia acaba con la paciencia, que la honestidad que nos queda es la pura, la de verdad, la que nos sale tras limpiar un poco las gafas, la que surge de tripas, pulmones y corazón…

y nos lanzamos a la calle y aunque andamos extenuados de tanto yugo, la ira nos alimenta y la palabra nos mueve

Hemos gritado y sudado el recorrido más turístico de la ciudad…, ese, que normalmente huele a azahar para ajenos…

Hoy me cansé de pensar que Sevilla se mueve poco

Hoy se han vuelto a erguir los bellos de la piel más joven y más morena,

Y lo mejor es saber que esta danza no la mueve una ciudad sino un país, una región, un mundo donde a pesar de las ricas diferencias hay “algo” común: la dignidad

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