36 horas de infarto defendiendo un Referendum

Estàndard

Faltan 15 minutos para que cierren los colegios en Catalunya. Estoy en el aeropuerto de Barcelona, agotado, sin neuronas en su sitio, después de haber dormido 3 horas en las últimas 36 horas.

El miércoles, después de hablar con mi familia, decidí venir desde Sevilla a Sants este finde. No tenía derecho a voto, pero sabía que desde Sevilla, mi nivel de estrés iba a ser brutal.

Ahora, esperando al avión para volver al sur, me saltan las lágrimas. Las.emociones vividas ayer y hoy ha sido indescriptible.

Vine con una crispación desde Sevilla que me hacía sentirme incómodo, pero llegué a Sants, y bajé directo la “fiesta del otoño” que organizaban en Barrufet, mi antiguo cole. Allí, vi algo que no se como describir. Vi el desborde, vi las familias ocupar, las electoras como tomaban su colegio electoral con una normalidad aplastante. Vi a un pueblo, desobedecer, junto, sonriente, esperanzado. Luego recorrimos varios coles. Ambientes parecidos. Coles ocupados alrededor de toda Catalunya.

A las 22.30 me iba a acostar. A las 5 había que estar en los centros de votación para que la policía no los precintara. Si éramos.muchas, la.pplicia no cargaría. O eso creíamos. Pero al acostarme, vi el mensaje de los estibadores, y me tembló el puerto. Los piolines se estaban desplegando. Me cambié de cuarto a uno que diera a la calle con la ventana abierta por si venían al cole más cercano, y con alarma puerta me dormí.

1.30 me despierto angustiado, el móvil saca humo. El grupo de Telegram del Barrio había sido borrado y no sabía porqué, tenía llamadas perdidas de unos.amigos, muchos mensajes… Me calcé corriendo, y a la calle.

Me fuí a ver unos amigos. Todo parecía tranquilo, alguna situación surrealista con linternas, helicópteros y routers a oscuras. Ya de allí, me fuí a descansar un rato a casa mis padres, eran casi las 5h y tocaba irse para otro centro de votación. Había decidido ir al que le tocaba votar a mis padres.

Por la carretera a esa hora se ve gente, bastante. Al principio dudo… Será gente volviendo de fiesta? Luego veo a dos abuelas, gente con esterillas y sacos… No, cada uno está de camino a su cole electoral.

Llego a las Cotxeres y lo primero que veo es una mujer.mayor que llega con una silla y comida dando los buenos días. Se sienta en primera fila con unas amigas con sillas tb. Caras de sueño, mucho sueño, pero todo muy tranquilo.

Todo el mundo está intrigado. Y como llegarán las urnas? Y las papeletas? Nos echará la policia? En menos de 10 minutos hay ya más de un centenar de personas. Gente de todas las edades, y gente muy diferente una de otra.

Cómo todo está tan tranquilo, llamo a mi hermano y con unos amigos hacemos ruta por el barrio. En todos los colegios hay un centenar o más de personas concentrada en la puerta.

Llueve. Vamos bajo los balcones, refugiándonos. Una abuela nos saluda mientras va para su colegio. Paramos a desayunar. Un croisant y un café. Son las 6.20. si no podemos desayunar, no es mi revolución.

Volvemos al cole donde vota mi familia. Está a reventar de gente. De repente llegan los mossos. La gente sale toda a la puerta. Se hace el silencio. Puede haber 500 personas. Silencio absoluto cuando de repente vuela un cuervo y cacarea o como se llame. La gente rompe a carcajadas. Entre la gente se reparten galletas, chocolate, café. Caras conocidas. Son mis antiguos vecinos.

De repente alguien dice de ir para alante, hacia dónde están los mossos. Uno grita :vamos a sacar una foto! Me giro hacia el lado contrario, no se porqué, cuando veo a 4 personas llegar corriendo con dos bolsas de basura por el lado opuesto dónde están los mossos. Entrants dentro. Son las urnas, papeletas, sobres… Flipo con la logística. Por redes llegan noticias parecidas de todos los coles. Algo tan complejo como era el reparto de urnas de repente se ve simple. 10.000 piolines buscando urnas, y al final, entran todas en los colegios en medio del mayor despliegue policial jamás visto en Barcelona.

La gente aplaude. Es increíble la sensación. Todo el mundo sonríe. Ya son casi las 9 cuando empiezan a llegarnos vídeos de cargas policiales salvajes. Nos llegan fotos de gente mayor sangrando. De guardia civiles, policía Nacional dando palizas, porrazos indiscriminadamente. Tengo miedo.

Censo universal y digital. Salta la noticia, pero la web falla. En media hora es bloqueada por la guardia civil. Pero en un grupo de WhatsApp de alnosnde la facultad de informática se.empieza a hablar del tema. Rula la IP del servidor. Somos varios prestando ayuda en varios coles. Orgullo de informáticos apoyando en esta situación. El colegio abre. La gente rompe en aplausos.

Me voy de ruta de nuevo. La gente está orgullosa, yo lo estoy. Un poco enfadado con el informático que ha montado todo eso, pero orgulloso de este pueblo. Pero a la vez todo el mundo pendiente de las cargas. En Sants, no vienen, pero se nota tensión.

Llueve. Mucho. Hay muchos rumores. Mi madre escribe que parece que la policía va para su colegio. Se refugian dentro,se sientan en el suelo. Yo y mi hermano corremos, desde distintas partes del barrio. Al final todo queda en un susto, pero que susto.

Segundo café para refugiarnos de la lluvia. Pendiente de colegas en todas partes de Barcelona, de L’Hospitalet…

Ya no puedo más, y decidimos.volver.mi cuñada y yo para casa mis padres. Es casi la hora de comer. Mi madre y mi tía ya han votado y están en casa. Tele.puesta y flipando con las imágenes. Lágrimas en los ojos viendo la brutalidad policial. Me recuerda esa Génova antiglobalización.

Comemos. En casa han votado todos menos mi cuñada que aún no ha podido. Vamos a descansar un momento cuando vemos que no hay cola en el centro de enfrente. Bajamos a acompañar a votar a mi cuñada, la gente está sentada en la puerta del cole, resistiendo. Acaban de pasar 8 furgos de la nacional. Alertas en varios colegios. Adrenalina a tope. Hacemos ruta. La peña está enfrente los coles. Está petao. Mis padres avisan, nacional ha vuelto a mi calle. Vuelvo casi corriendo, no hay mucha fuerza ya.

De repente, me veo en la.puerta de.mi antigua escuela, con un compañero de clase. En un rato somos 7 exalumnos entre la multitud. Tiene un toque romántico. Defendemos nuestro cole, nuestra escuela, la que nos vió crecer.

Pasamos la tarde allí, sentados en el suelo. La gente defiende su referéndum, sus urnas. El pueblo se ha hecho suyo este proceso. Gente dormida en la calle, en la puerta de su cole. Agotada como yo. Es un día largo, y aún no son ni las 17h.

Todo y la brutalidad policial, cuando la.gente ha visto los nacionales por el barrio, la gente ha salido a la calle de nuevo. Mi cuñada ya ha votado. Todas las que conozco lo han hecho. En Viladecans, L’Hospitalet… Escucho a un cani en la puerta del colegio: “yo no pensaba ir a votar, o como mucho votar si, pero me robaron hoy, me han hinchado los cojones y he votado Si”

Empiezan a llegar convocatorias de solidaridad de otros lados de España. Comparto como un loco en Sevilla también!

La policía parece no venir. Y se acercan las 19h. La hora en que me toca irme. Me despido, ceno algo rápido y me voy con mi padre en el coche.

Allí empiezan a llegarme imágenes de amigos desde Sevilla. Una foto de el mayor de los niños con un cartel. Me emociono, se me saltan las lágrimas mientras el coche de mi padre abandona Sants.

Ahora , sentado esperando que llegue mi avión en medio del aeropuerto, pienso, no se lo que es una revolución, pero se tiene que parecer a esto. Nos han pegado, nos han humillado, pero la gente ha levantado las manos y hemos seguido, unidas. Cuidandonos.

Mañana toca volver al trabajo, a la rutina, yo vuelvo a ella, pero Catalunya dudo que pueda volver a esa rutina.

Las emociones de todo el día me invaden. me saltan las lágrimas en medio del aeropuerto.

Me parece escuchar que el tonto que está al mando de este estado dice que no ha habido Referendum, que la.gente le felicita por ello. Está claro. Vivimos en países diferentes. Aunque él, aún no lo sepa.

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