Cuando la maestranza se convirtió en una disco

Estàndard

Hace ya más de un mes que fuí por primera vez al señorial teatro de la Maestranza.  El Liceo de Sevilla para los no hispalenses.

Era un concierto,  que sabía que sería especial.  Por quien cantaba y quien lo organizaba.

Recuerdo cuando hace meses,  dos buenos amigos,  de esos que marcan la diferencia, temían no llenar el teatro.  Eran 1800 localidades.

Esos dos amigos,  eran parte de los profesores que organizaron el concierto.  Un concierto de un coro de chavales de instituto y conservatorios de varios lugares de Andalucía.  Osuna,  Valencina,  Aracena…  120 adolescentes que con sus voces,  hicieron temblar el teatro.  Con sus voces,  y con las 3600 manos que rompían en aplausos después de cada temazo que entonaron sobre el escenario. Y es que no sólo llenaron  el teatro,  sino que hubo gente que se quedó sin entradas.

Musicalmente,  me pareció brillante.  Y es que claro,  este coro ganaron nada más ni nada menos que un premio nacional de coros escolares.

Pero además de la calidad de los críos,  y de los profes,  no vayamos a olvidarlo,   el amor,  compañerismo y otros valores que se respiraba en ese escenario ponía la piel de gallina. Y es que juntar a 120 adolescentes en la edad del pavo y convencerles de que cantar en un coro es “guay”,  no es tarea fácil en esta sociedad de fútbol y realitys.

Escuchar a Michel Jackson o la canción de Fama mientras una bola disco iluminaba todo el teatro fué emocionante,  pero sin duda,  el momento más emotivo para mi fué,  cuando de repente, se apagaron las luces y se proyecta un vídeo de dos de los cantantes recitando la letra de “Que tinguem sort”  de Lluís Llach,  en castellano y un perfecto catalán,  simultáneo,  y acaban dándose un abrazo lleno de ternura. Y ya,  cuando el coro entero empieza a entonar y cantar la canción,  la piel y mis lagrimales reaccionaron de emoción.  No hay que olvidar que ese concierto se realizó el 26 de setiembre de 2015, en plena jornada de reflexión de unas elecciones trascendentales en Catalunya,  con el propio Llach de candidato.

Y es que por una noche pude respirar, vivir,  esa España,  que no cuentan los telediarios.  De esa España de muchos,  que viven con tristeza el procés Català,  y no por que quieran irse,  que también,  sino por la vergüenza de unos dirigentes que no saben ni quieren escuchar ni dejan expresar ni hablar a parte de su ciudadanía.

 

Ps: si queréis saber más de este coro visitar su web: crececantando.com y si,  he tardado más de 1 mes en publicar y digerir el cóctel emocional del concierto.